domingo, 27 de febrero de 2011

¿Sabes, compañero? Cuando te veo entrar por la puerta todo a mi alrededor hace "pumpum", pero no es todo, es simplemente mi corazón dandome un toque de atención (eh tú, ¿creías que me había dormido?). Y no sé porqué, no sé que me pasa.
Simplemente quiero que cada mañana tu risa sea el inicio del día. Debo estar medio tonta porque me he aprendido todas las esquinas y lugares donde quiero besarte. Que cada vez que cierro los ojos me veo bebiéndote despacio, trago a trago. Y te pienso hasta que la noche empieza a dolerme. Y quiero pensar, que después de todo, los milagros existen...y es entonces cuando quiero anudarme a tus muñecas.
Me está costando comprender, compañero, que no eres el motivo: eres la explicación. Pero sigo imaginando. Me imagino retorciendome entre tus sábanas mientras dejo que destroces mi pasado, como si de una nueva construcción se tratara: hay que derribar para levantar. Y me cuentas uno a uno tus secretos, tus silencios, tus gritos, tus miedos, tus pensamientos más obscenos, creando por primera vez una fusión incapaz de disolverse. Hoy me has cogido de la cintura para bajarme de la nube, y despedirte, pero sin darte cuenta de que lo que hacías era elevarme hasta la entrada de nuestro Edén particular.

1 comentario:

  1. QUE PEDAZO DE ENTRADA ! Con todas las letras y en mayúscula ! :O
    Uno de los mejores textos que has escrito !tiene tanto sentimiento...El amor es lo que tiene.Le pone color a las letras ! (L)

    ResponderEliminar